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“Insto a todos los líderes políticos, religiosos y de la sociedad civil a repeler el discurso de odio y la discriminación y a trabajar con energía para mitigar las causas que socavan la cohesión social y crean condiciones para el odio y la intolerancia”, dijo el Secretario General de la ONU António Guterres
A 25 años del genocidio contra los tutsis en Rwanda, debemos analizar con rigor lo que ocurre en la actualidad y esforzarnos por erradicar las incitaciones al odio, al racismo y a la xenofobia para evitar que vuelva a ocurrir una atrocidad semejante, fue el mensaje de António Guterres en el acto de conmemoración de ese trágico evento este viernes en la Asamblea General de la ONU.
El Secretario General calificó ese crimen masivo como uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente de la humanidad, recordando que en sólo tres meses fueron asesinadas sistemáticamente más de un millón de personas entre las que además de la gran mayoría tutsi se contaron hutus moderados y opositores a la masacre.
En el Día Internacional de Reflexión sobre el Genocidio de 1994 contra los Tutsis en Rwanda, celebrado cada 7 de abril, fecha en que empezó la matanza, la ONU honra a las víctimas y reflexiona sobre el sufrimiento y la resiliencia de los sobrevivientes, señaló Guterres.
“Hoy expresamos nuestra solidaridad al pueblo de Rwanda, pero nuestra reflexión debe ir más allá de un país y un momento en la historia, debemos mirar el presente: mientras refrendamos nuestra decisión de evitar que ocurran esas atrocidades, vemos en muchas partes del mundo una peligrosa tendencia que escala la xenofobia, el racismo y la intolerancia.”
Es particularmente preocupante la proliferación del discurso de odio y las exhortaciones a la violencia porque contravienen nuestros principios y amenazan los derechos humanos, la estabilidad social y la paz, abundó el titular de la ONU.
Vemos en muchas partes del mundo una peligrosa tendencia que escala la xenofobia, el racismo y la intolerancia
Como ejemplo de este fenómeno, citó la reciente masacre en dos mezquitas en Nueva Zelanda e instó a levantar una vez más la voz contra el racismo, la xenofobia, la intolerancia, la discriminación étnica y social, la islamofobia y el antisemitismo.
“Llamo a todos los líderes políticos, religiosos y de la sociedad civil a repeler el discurso de odio y la discriminación y a trabajar con energía para mitigar las causas que socavan la cohesión social y crean condiciones para el odio y la intolerancia”, dijo.
El ejemplo de Rwanda
El Secretario General destacó, por otro lado, el espíritu de entendimiento, justicia y reconciliación de Rwanda y aseveró que esas virtudes son una de las grandes lecciones de la dolorosa experiencia de ese país.
En este contexto, lo felicitó por su papel ejemplar en la comunidad internacional, mencionando sus grandes contribuciones a las operaciones de pazsa de la ONU: “Es notable que una nación que ha afrontado las peores atrocidades arriesgue a sus soldados para garantizar que esas brutalidades no ocurran en ninguna otra parte”, recalcó.
Subrayó también la representación de las mujeres en el Parlamento de Rwanda, que alcanza el 60% de los escaños, un gran logro luego de que ese colectivo sufrió una violencia de género inimaginable.
Otro de los grandes avances del país africano, abundó Guterres, es su agenda ambiental, que lo ha convertido en una de las naciones más limpias del planeta.
En un cuarto de siglo, Rwanda se ha levantado de las más oscuras profundidades y es pionero del futuro sostenible
“La experiencia de Rwanda ofrece muchas lecciones para la humanidad. En un cuarto de siglo, el país se ha levantado desde las más oscuras profundidades para convertirse en pionero del futuro sostenible que todos intentamos alcanzar. En esta jornada de conmemoración, comprometámonos a trabajar Unidos para construir un futuro de armonía para toda la gente en todo el mundo. Ese es el mejor tributo a quienes perdieron la vida trágicamente en Rwanda hace 25 años”, concluyó Guterres.
Mandatario y sobrevivientes
La ceremonia de este año contó con la presencia del presidente de Rwanda, Paul Kagame, y de Esther Mujawayo-Keiner y Marcel Uwineza, sobrevivientes del genocidio de tutsis dedicados a promover el entendimiento, la solidaridad y la tolerancia.
En su intervención, el mandatario rindió homenaje a los muertos, los sobrevivientes y a la valentía y unión que los rwandeses han mostrado para reconstruir su país.
“Recordar también es un acto de prevención. Cuando el genocidio está latente, se esconde con negación y trivialización. La negación es una de las bases ideológicas del genocidio. Es esencial contrarrestar la negación para romper el ciclo y evitar cualquier recurrencia”, sostuvo.
Cuando el genocidio está latente, se esconde con negación. La negación es una de las bases ideológicas del genocidio
Kagame explicó que fue con ese principio que su país solicitó cambiar el nombre del Día Internacional para especificar lo ocurrido, pese a que los hechos no dejan lugar a dudas.
“Pero los esfuerzos por reescribir la historia son implacables y cada vez más convencionales. Las víctimas de un genocidio son asesinadas precisamente por ser quienes son, por su identidad, esto es una distinción fundamental de la definición de genocidio tanto moral como legalmente”, aclaró.
El presidente de Rwanda aseguró que este cambio de ninguna manera minimiza a las personas que murieron que no eran tutsis.
Asimismo, consideró que luego de 25 años de la tragedia en Rwanda, el mundo parece haber aprendido algunas lecciones, entre las que se refirió a la penalización en Francia, Italia, Luxemburgo, Polonia y Suiza de la negación del genocidio contra los tutsis. Añadió que otros países, como Bélgica han anunciado que se sumarán a esta decisión.
Francia y Canadá, por su parte, han designado el 7 de abril como una fecha de conmemoración. Kagame invitó a que otros países instituyan esa efeméride como una medida para crear conciencia.
Finalmente, el jefe de Estado agradeció la solidaridad internacional con Rwanda y abogó por un mundo en el que la memoria de atrocidades como la ocurrida en su país evite que esos crímenes se repitan.
Foto: cruces de madera en un cementerio en el pueblo de Nyanza en una zona rural de Kigali, la capital de Rwanda. Durante el genocidio en 1994, más de 10.000 personas fueron quemadas vivas cuando trataban de huir a Burundi (UNICEF/Giacomo Pirozzi)