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El próximo domingo volveremos a cambiar las agujas de nuestros relojes en esta ocasión será para adelantar.
A las 02:00 horas tendremos que poner las 03:00 así ajustaremos al horario de primavera y la principal diferencia que notaremos es que amanecerá y anochecerá una hora después, por lo que dispondremos de más tiempo de luz solar por las tardes.
Algunas personas pueden recibir el cambio de forma negativa porque les “quita” una hora de sueño. Esta alteración, de hecho, puede suponer un problema real ya que la fatiga que provoca puede aumentar la mortalidad en las carreteras de 1,5 vidas perdidas cada año, según una investigación elaborada por científicos españoles.
Otro inconveniente derivado de la alteración del sueño sería un incremento de entre un 4% y un 29% en el número de infartos agudos del miocardio. El European Review for Medical and Pharmacological Sciences asegura que los ataques cardiacos durante los tres primeros días de la semana después del cambio al horario de verano ascienden aproximadamente un 5%.
Sin embargo, la Comisión Europea considera que el horario de verano presenta numerosos beneficios, especialmente el ahorro energético, ya que se pueden aprovechar las horas extra de luz y frenar, en cierto modo, el excesivo consumo de electricidad. También tiene un notable impacto positivo para el transporte, las comunicaciones, la salud, el turismo o el ocio.
Historia del cambio de hora
El cambio de hora se aplicó por primera vez durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial, a fin de mantener las fábricas abiertas durante una hora más desde la primavera hasta septiembre u octubre.
En España, la hora de verano se adoptó por primera vez en 1918. La razón aducida fue la escasez de carbón provocada por la primera guerra mundial, que obligó a intensificar la producción y a reducir el consumo y, al mismo tiempo, armonizar el horario con el de los países vecinos. Posteriormente fue adoptándose algunos años sí y otros no.
Actualmente, el cambio es obligatorio y siempre se produce en las mismas fechas y horas en el conjunto de la Unión Europea, de modo que no existe la posibilidad de que un Estado miembro no lo aplique. No obstante, parece que no habrá muchos más cambios de hora. En 2018, la Comisión Europea planteó la posibilidad de suprimir las permutas horarias y quedarse con una única hora durante todo el año. El plazo para que cada país decida su futuro se prolongó hasta el 1 de abril de 2021. En esa fecha, cada miembro de la Unión Europea decidirá cuál es el horario que más le beneficia y se confirmará si es o no el fin del horario de verano e invierno.