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Control de los datos ambientales en las Cuevas de Altamira

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Sensores de temperatura, CO2 y humedad relativa proporcionan datos que en la Sala de Polícromos se registran cada minuto

Todo ello con el objetivo de evitar las situaciones de riesgo para las personas y el arte que contiene. “El programa dota de informaciones preciosas para la gestión y conservación de estos recursos y, como hemos visto en los últimos años, permite actuar de manera preventiva antes de que ocurra cualquier alteración que las dañe o perjudique”, apunta Jesús Emilio Gutiérrez Urquijo, director del IIIPC. Para el instituto, es “muy satisfactorio que las capacidades y competencias de sus miembros se apliquen a este aspecto que permite garantizar el disfrute futuro de unos bienes que son Patrimonio de la Humanidad”.

Para los trabajos presenciales en la cueva se siguen un conjunto de protocolos estrictos que permiten la toma de muestras y revisiones minimizando al máximo el tiempo de permanencia de los investigadores en la cueva, conforme a los protocolos del Plan de Conservación Preventiva de la Cueva de Altamira (PCP). “La importancia de nuestro papel en Altamira es que realizamos trabajos que cubren cuatro protocolos fundamentales para la conservación y cuyo cumplimiento debe hacerse conforme a unos procedimientos rigurosos de toma de muestras, recogida y análisis de datos, estudio de series temporales, etc.”, explica Carlos Sainz. La participación de la UC en estas tareas se remonta a los años 80, con los primeros estudios realizados por el profesor Eugenio Villar y en los que participó también Luis Quindós.

SEGUIMIENTO AMBIENTAL Y DEL BIODETERIORO

Para el seguimiento ambiental se cuenta con siete estaciones ubicadas en diferentes puntos de la cueva, que contienen sensores de temperatura, concentración de CO2 y humedad relativa, que por medio de “datalogers” proporcionan datos de cada una de las variables cada 15 minutos, excepto en la Sala de Polícromos, donde se registran al minuto.

Además, se realiza un seguimiento y evaluación de la concentración de gas radón encaminado tanto a la protección radiológica de las personas que acceden a la cueva como al estudio de la dinámica de los intercambios gaseosos entre la atmósfera interior y el aire del exterior. Lo completa un seguimiento y evaluación geoquímica de las aguas de infiltración y de condensación (mensualmente se analiza la composición química de los diferentes puntos seleccionados).

Para el seguimiento del biodeterioro, coordinado por el profesor Juan Maria García Lobo, catedrático de Microbiología de la Universidad de Cantabria e investigador del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC), se realizan diferentes tareas que contemplan el control de microorganismos, incluyendo patógenos, y el seguimiento de la proliferación de microorganismos de colonización microbiana. Entre las actuaciones se incluyen, por ejemplo, un recuento mensual de partículas en suspensión, del número de microorganismos viables en el aire o del número de microorganismos en medio líquido.

Asimismo, se realiza un seguimiento exhaustivo del impacto de las visitas en estos recuentos. Todo ello, con posibilidad de modificarlo a demanda para atender la vigilancia microbiológica de cualquier actuación que se lleva a cabo en la cueva. Este completo seguimiento es posible gracias a la conexión a banda ancha a través de la RedIRIS y a la interconexión de todos los equipos a la red UNICAN y a un acceso abierto al nodo de Computación Altamira, situado en el Instituto de Física de Cantabria (IFCA, centro UC-CSIC).

A su vez, toda esta acumulación de datos, con un mismo formato a lo largo de una serie temporal suficientemente larga, es la única manera de determinar la existencia de ciclos o patrones de comportamiento que señalen las condiciones normales o basales que son tomadas como referencia en el marco de la conservación preventiva del arte contenido en la cueva. “Desafortunadamente, y afortunadamente también -comenta Carlos Sainz-, uno de los misterios que encierra la cueva es dilucidar cuáles fueron las condiciones ambientales que permitieron que las pinturas lleguen a nuestros días en el estado de conservación maravilloso en el que están”.

IIIPC

El Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) es un instituto universitario de investigación de carácter mixto, de titularidad compartida por el Gobierno de Cantabria, la Universidad de Cantabria y Santander Universidades. El Instituto se dedica a la investigación en Prehistoria, en sus apartados de investigación básica y aplicada, así como a proporcionar asesoramiento técnico en el ámbito de su competencia.

Sus líneas prioritarias de estudio son: Arte prehistórico, Paleolítico y Mesolítico del SO de Europa, origen y desarrollo de las sociedades campesinas, primeros pobladores del continente americano, tecnología prehistórica y Bioarqueología. El IIIPC ha sido pionero o lidera el desarrollo de nuevas metodologías y técnicas de análisis en Prehistoria. Entre ellas destacan las técnicas de recogida de información espacial en los yacimientos arqueológicos, las técnicas de estudio del arte rupestre, los métodos de estudio de las tecnologías prehistóricas, los sistemas de control de estabilidad en medios cársticos que contienen yacimientos arqueológicos, las técnicas de monitorización de condiciones ambientales que afectan a la conservación del arte rupestre o los análisis bioarqueológicos. Desde el año 2005, el IIIPC edita la serie “Monografías del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria”, destinada a difundir los resultados de las investigaciones del propio instituto y, en general, la producción científica en el campo de la Prehistoria.

PIES DE FOTO: investigadores trabajando en la Cueva de Altamira. / Carlos Sainz. / Jesús Emilio González Urquijo.