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La alcaldesa ha asistido al descubrimiento de la leyenda en la calle Pedrueca 1, casa en la que nació, vivió y murió el naturalista y prehistoriador español
La casa de la calle Pedrueca 1, lugar donde nació, vivió y murió el descubridor de las Cuevas de Altamira, Marcelino Sanz de Sautuola, ha sido el lugar elegido para colocar la cuarta de las placas de la ruta de Ilustres Santander.
La alcaldesa, Gema Igual, ha sido la encargada de descubrir la leyenda, un acto en el que ha estado acompañada de la concejala de Turismo, Miriam Díaz, y del director general de la Fundación Botín, Íñigo Sáenz de Miera
Durante el acto, Igual ha recordado que el 23 de abril, coincidiendo con el Día del Libro, se puso en marcha esta iniciativa con la colocación de la primera placa en el Edificio Macho con un homenaje a José María de Pereda, y ha continuado con Augusto González Linares en el Paseo General Dávila y con Luis Quintanilla Isasi en el Paraninfo de la UC.
“La historia de Marcelino Sanz de Sautuola es la de un hombre al que se trató injustamente en vida. Tuvieron que pasar varios años tras su muerte para que se le reconociera el descubrimiento que hizo”, ha subrayado.
Por ello, ha puesto en valor la figura de este prehistoriador y ha destacado su importancia dentro de esta ruta, un nuevo recurso turístico y cultural para recorrer Santander bajo otra mirada, en este caso siguiendo los pasos de las relevantes personalidades que dejaron su impronta en la ciudad.
Por su parte, Sáenz de Miera ha agradecido en nombre del Patronato de la Fundación Botín esta distinción, que sin duda “contribuye a seguir difundiendo el destacado papel que desempeñó Don Marcelino Sanz de Sautuola no sólo en Santander y Cantabria, sino también a nivel internacional con el descubrimiento de las Cuevas de Altamira”.
Tal y como ha detallado Igual, en la primera fase del proyecto, que consta de 15 puntos y estará finalizada antes del verano, también se reconocerá a María Blanchard, que nació en la calle Santa Lucía 32; a Concha Espina, en la calle Méndez Nuñez 4; a Benito Pérez Galdós, que veraneó en una casa que estaba situada en la Avenida Reina Victoria 103-105; o a Marcelino Menéndez Pelayo, en su valiosa Biblioteca de nombre homónimo en la calle Gravina.
El listado de Ilustres continúa con Gerardo Diego, que nació en la calle Atarazanas 7, (actualmente Plaza Atarazanas); la pintora Leonora Carrington, en el Parque del Doctor Morales donde se encontraba el psiquiátrico donde estuvo ingresada dos años; o el cirujano Enrique Diego-Madrazo, que falleció en una casa de la calle Castelar 7.
En esta primera fase también se homenajeará al poeta José Hierro, que vivió en la casa de la calle Cádiz 20; la fotógrafa María García del Moral, que montó su estudio de fotografía en la calle Gravina 7; la escritora y activista que luchó por los derechos de la mujer Ana María Cagigal que trabajó en el periódico ‘La Voz de Cantabria’ ubicado en la calle San José, 15; y el pianista y director de orquesta Ataúlfo Argenta, en la Plaza Porticada.
La iniciativa se irá ampliando con el tiempo, estando ya prevista una segunda fase que incluirá personalidades como el párroco de la iglesia de Santa Lucía Sixto de Córdova, que vivió en Daoíz y Velarde 13; la religiosa Sor Ramona Ormazábal, en el Parlamento de Cantabria; y el industrial, naviero y banquero, Juan Pombo, Marqués de Casa Pombo, en el Palacio donde se ubica el Real Club de Regatas (Plaza Pombo 3), entre otras.
Sobre Marcelino Sanz de Sautuola
Nacido en Santander en 1831 e hijo de una familia de origen hidalgo y bien situada económicamente, realizó los estudios de bachiller en Filosofía y Letras entre 1845 y 1848, en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Santander, seguidos de los de Derecho en la Universidad de Valladolid.
No teniendo necesidad de ejercer la profesión, se dedicó, encuadrado dentro de la rica burguesía comercial santanderina, a la administración del patrimonio familiar y a los estudios de ciencias naturales, botánica y geología, a los que era aficionado desde muy joven y a los que sumaría algo más tarde los de prehistoria.
En 1866 es nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia, y en 1872 vicepresidente de la Comisión de Monumentos de la Provincia de Santander.
Alrededor de 1878 Modesto Cubillas, aparcero por entonces de sus fincas, le informó de que hacia 1868 había descubierto una cueva que le podría interesar. Aunque la había visitado por primera vez en 1875, fue en el verano de 1879 cuando, en una de sus múltiples excursiones, su hija María, de ocho años, le dijo al mirar al techo de la cueva en la que estaban “¡Mira, papá! ¡Bueyes pintados!”. Acababa de descubrir las pinturas de la cueva de Altamira, considerada la Capilla Sixtina del arte rupestre.
Autoridades en Prehistoria, encabezadas por Gabriel de Mortillet y Cartailhac, rechazaron que las pinturas de Altamira fuesen obra del hombre prehistórico, llegando algunos, durante el congreso internacional de Lisboa de 1880, a la acusación velada de haber sido pintadas recientemente.
El reconocimiento de la labor y perspicacia de Marcelino Sanz de Sautuola no comenzó a producirse, lamentablemente, hasta años después.
Las modernas técnicas de datación científica han confirmado que las pinturas de la cueva de Altamira fueron creadas en un intervalo de tiempo entre 11.000 y 19.000 años, y los descubrimientos de Sanz de Sautuola son una de las piedras angulares del estudio del Arte Paleolítico. Pero Sanz de Sautuola, que había muerto 14 años antes, no vivió para disfrutar la restitución de su honor, ni la posterior confirmación científica de sus premoniciones.
Fuente: santander.es