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Investigadores del IIIPC reproducen la iluminación original de las cuevas prehistóricas

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Se trata de un trabajo de arqueología experimental en el también han participado investigadores de la Universidad de Salamanca, País Vasco, Burdeos y el Instituto de Investigación de la Cueva de Nerja

Un equipo de investigadores liderados por Diego Gárate Maidagan y María Ángeles Medina Alcaide, ambos del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC, centro mixto Universidad de Cantabria-Gobierno de Cantabria-Santander Universidades), ha realizado, por primera vez, una caracterización de los principales sistemas de iluminación del Paleolítico (antorchas, lámparas de grasa y hogueras) a través de observaciones empíricas y arqueología experimental utilizando una cueva natural como laboratorio.

La investigación comenzó con la revisión exhaustiva y pionera de toda la información arqueológica existente que comprobó todos los datos disponibles sobre restos de combustión en cuevas con arte paleolítico, como Nerja, Chauvet, Lascaux o Atxurra. Posteriormente, se realizaron experimentos en el interior de una cueva natural sin restos arqueológicos consistentes en diferentes ensayos de los sistemas de iluminación de los que se han obtenido diversos parámetros como la duración, luminancia, intensidad, radio de acción o temperatura de color de cada una de las herramientas de iluminación que se empleaban durante el Paleolítico. Unos valores que quedan disponibles para toda la comunidad científica y que se podrán aplicar a través de sistemas de información geográfica o en réplicas tridimensionales que se trasformarán, por ejemplo, en una difusión más realista del patrimonio cultural.

Según explica la investigadora del IIIPC, Medina Alcaide, el arte paleolítico no es como lo vemos ahora y estos datos “nos permiten recrear virtualmente cómo lo veían realmente nuestros antepasados”. Además, la investigadora destaca que “la iluminación artificial fue un recurso físico crucial para expandir comportamientos sociales y económicos complejos en los grupos paleolíticos, especialmente para el desarrollo de las primeras exploraciones paleoespeleológicas y para el inicio del arte en cuevas”. Por su parte, Garate Maidagan, investigador principal del proyecto “Before Art” que financia parte de este proyecto, destaca la relevancia de los datos obtenidos ya que en sus palabras “la comunidad científica ha estado esperando obtener esta información numérica para la aplicación óptima de los SIG en el interior de cuevas y otros sitios con oscuridad total”.

MAYOR CONOCIMIENTO DE LAS ANTORCHAS PALEOLÍTICAS

Entre las grandes contribuciones del estudio está la de profundizar en el conocimiento de las antorchas paleolíticas, poco estudiadas hasta ahora. Las pruebas evidenciaron que el material ideal para que la luminancia, intensidad y duración fueran mayores era la madera seca y se comprobó que mediante movimientos bruscos y rápidos, por oxigenación, era posible volver a encenderlas sin necesidad de acercarlas al fuego tras las primeras extinciones ocasionales. Los ensayos también demostraron que son el mejor sistema de iluminación para transitar espacios amplios y explorar cuevas debido a que proyectan luz en todas direcciones y por ser fáciles de transportar. Asimismo, se comprobó que las antorchas liberan carbón a medida que se consumen por lo que es innecesario golpear la pared para eliminar el desperdicio. Así las marcas parietales negras que aparecen en las cavidades estarían relacionadas, entonces, con marcas intencionadas o por impactos involuntarios. Entre sus principales desventajas estaría el que favorecen la producción de humo. A destacar, en estas simulaciones, es el que las pruebas realizadas por los investigadores arrojaron unos restos de combustión “muy similares” a los encontrados en las cuevas arqueológicas: carbón vegetal en las superficies horizontales y marcas negras en paredes y techos.

Por otra parte, se ha comprobado que las lámparas de grasa son el recurso de iluminación idóneo para uso en espacios pequeños durante un periodo prolongado y cuya intensidad de luz es similar a la de una vela. Un sistema que no permite un tránsito cómodo por la cueva ya que deslumbra a la persona que porta la lámpara y no ilumina bien el suelo por proporcionar un halo semicircular. Finalmente, los experimentos que replican las hogueras revelaron una producción de humo tal que, si el espacio está cerrado o hay poca ventilación, puede resultar asfixiante e incompatible con la presencia humana.

VISIÓN MESÓPICA

De todas las pruebas realizadas se desprende que los sistemas de iluminación del Paleolítico proporcionarían una visión mesópica o intermedia. Esto confirma que la percepción visual humana subterránea se relacionó menos con el color que con el contraste entre áreas iluminadas y no iluminadas y el juego de luces y sombras. Aunque, a su vez, estas condiciones favorecían que se pudieran percibir algunos colores de longitud de onda larga (rojo, naranja y amarillo).

Los resultados muestran algunas implicaciones interesantes para la Cueva de Atxurra ya que se observa que los paneles decorados serían apenas perceptibles desde las partes inferiores de la galería, independientemente de que se llevaran antorchas o lámparas. Sin embargo, las hogueras parecen estar dispuestas estratégicamente ya que iluminan todo el espacio decorado. Los accesos para llegar a este sector decorado también se pueden iluminar mediante antorcha. No parece casualidad que las rutas óptimas estimadas para acceder a este espacio estén cubiertas de carbones esparcidos (seguramente caídos de las antorchas utilizadas en el período magdaleniense).

Cada herramienta de iluminación tiene diferentes características físicas en términos de intensidad de luz, radio de acción de la luz, producción de humo y dirección de la radiación. Estos parámetros habrían condicionado la elección de uno u otro sistema en función de las características del espacio subterráneo a recorrer, su volumen y nivel de ventilación, así como la duración y tipo de actividad a realizar. En cualquier caso, los experimentos sobre la iluminación del Paleolítico apuntan a una planificación previo compleja en el uso humano de las cuevas en este período y ponen de manifiesto la importancia de los estudios de iluminación para desentrañar las actividades realizadas por nuestros antepasados en las zonas profundas de las cuevas.

IIIPC

El Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) es un instituto universitario de investigación de carácter mixto, de titularidad compartida por el Gobierno de Cantabria, la Universidad de Cantabria y Santander Universidades.

El Instituto se dedica a la investigación en Prehistoria, en sus apartados de investigación básica y aplicada, así como a proporcionar asesoramiento técnico en el ámbito de su competencia. Sus líneas prioritarias de estudio son: Arte prehistórico, Paleolítico y Mesolítico del SO de Europa, origen y desarrollo de las sociedades campesinas, primeros pobladores del continente americano, tecnología prehistórica y Bioarqueología.

El IIIPC ha sido pionero o lidera el desarrollo de nuevas metodologías y técnicas de análisis en Prehistoria. Entre ellas destacan las técnicas de recogida de información espacial en los yacimientos arqueológicos, las técnicas de estudio del arte rupestre, los métodos de estudio de las tecnologías prehistóricas, los sistemas de control de estabilidad en medios cársticos que contienen yacimientos arqueológicos, las técnicas de monitorización de condiciones ambientales que afectan a la conservación del arte rupestre o los análisis bioarqueológicos.