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Iniciamos hoy la publicación, por entregas diarias, de la novela “Atrapa el Momento”.
Esta novela es un “Homenaje a las Novelas de Kiosco” que tanto se leyeron en España durante el siglo pasado.
En concreto, la que a continuación les comenzamos a presentar, es un recuerdo a las que escribía Corín Tellado y que tanto gustaban a la población femenina de nuestro país.
Sobre la novela y su autor:
Novela. Título: “ATRAPA EL MOMENTO”
Colección: “MELOCONTÓ EN ALMÍBAR”
Autor: Martín Hache
Martín Hache empezó a escribir profesionalmente a los 18 años. Aparte de relatos o novelas, lo que le permitió cobrar (que es lo que mas le gusta) fueron los guiones de historietas, tanto infantiles o juveniles como para adultos. Trabajó, entre otras, para las revistas “Pulgarcito”, “Tío Vivo”, “El DDT”, “Super Tío Vivo”, “Super DDT”, “Super Pulgarcito”, todas ellas de Bruguera. Y para otras editoriales, “Star, “Dossier Negro”, “Muchas gracias”, “Hustler”, “Barragán” y muchas más. Últimamente en revistas como “Mayúsculas” o “Malos Passos”. Normalmente colaborando con relatos, pequeños artículos o sobre cine.
También en cine y tv, trabajó Hache. Sobre todo como guionista (lo más conocido son las películas “Maki Navaja”, en 1992, “Semos peligrosos”, 1993. Dirigió en video 14 mediometrajes.
Ha publicado un libro de cuentos y dos novelas, una de ellas en colaboración con otros dos autores.
Desde 2016 reside en Valladolid.
Deseamos que les guste.
“ATRAPA EL MOMENTO”
Capítulo Uno.
Como siempre, volvió locos a todos. Acababa de regresar de vacaciones y ya estaba gritando y exigiendo.
-¡María! ¿Dónde están esas listas de primas?
María, nerviosa, no encontraba las dichosas listas. Sabía que estaban entre el montón de papeles de su mesa, pero no el lugar exacto. Y parecía que quisieran escabullirse de ella.
-¡Ricardo! ¿Qué hay de la llamada de Palma?
Ricardo, al teléfono, hacía el trabajo que María no podía hacer al estar buscando las listas de primas.
-¡Que alguien llame a los inspectores…! María! ¿Qué hay de la reunión con los agentes de la zona?
María y Ricardo sudaban pese a que el aire acondicionado estaba puesto a toda pastilla y a que fuera, en la calle, no hacia excesivo calor.
-Nos vamos a congelar. No hace tiempo para tener la refrigeración a tope.
-Ya sabes que Miriam siempre tiene calor –le contestó Ricardo a María-. Además, estamos sudando.
-De los nervios. Vamos a coger un trancazo de no te menees…
-Mejor. Así cogeremos también la baja.
A María no le dio tiempo a reírse. Tenía a Miriam ante su mesa, brazos en jarras, esperando las listas.
-¿Qué? ¿Lo voy a tener que hacer yo todo?
Ricardo la miró, por detrás, con odio. Todos odiaban a Miriam y a su tiránica forma de hacerlos trabajar.
-Por cierto, ¿Dónde esta el nuevo?
-¿Luís?
-No sé… el gilipollas ese del apellido ruso.
-Si, Luís Fálagan.
-¡Ese! ¿Sigue de vacaciones?
-No… no… no ha hecho todavía. Le corresponden solo quince días.
-¡Ja! –La sonrisa cínica de Miriam era más de enfado que otra cosa-. Acababa de llegar y ya le tocaban quince días de vacaciones…
-Son las reglas de la empresa- respondió tímidamente Ricardo, pegado al teléfono.
Miriam se volvió hacia él. Ricardo pensó que el diablo la miraba.
-¿Y a ti quién te ha preguntado nada? ¿Qué hay de Palma?
-Estoy en ello. Pero comunican.
Miriam se fue hacia su despacho, comunicado con el de sus subordinados por una puerta en la cristalera. Desde su mesa podía vigilar constantemente a sus “chicos”, como los denominaba. En la puerta se volvió.
-Bueno, ¿y si el Fálagan ese…?
-Falagan. Luís Falagan- le respondió María con una sonrisa que denotaba que el chico le gustaba.
-Fagalan, Falagan, qué más da… ¿Dónde demonios está?
-Aquí. –Luís Falagan acababa de entrar a la sección acabando de comerse un pequeño bocadillo.
-¡Vaya! El señor se digna acercarse por su sección. A ver, inútil! ¿Dónde están las cuentas de las agencias?
Luís, sin inmutarse, se sienta a su mesa.
-Las tiene usted en su mesa, estúpida.
Ricardo casi se mete debajo de su mesa y María pierde sus papeles al oír la contestación de Luís. Miriam, estupefacta al oír las palabras de su empleado, se levanta y, lentamente, sale de su despacho acercándose a la mesa de Luís.
-Madre, la que se va a armar –comenta por lo bajo Ricardo.
-Este chico es como Harrison Ford, pero con gafas –se oye decir a sí misma María, extasiada.
-¿Qué ha dicho? No le he oído bien…
Miriam, aparentemente muy tranquila, se apoya en la mesa de Luís con las dos manos.
-Usted me ha llamado inútil y yo la he respondido estúpida. Aparte de eso, las cuentas que quiere las tiene sobre la mesa, como ya le he dicho.
Miriam, con cara de querer destrozar el mundo, asiente con la cabeza.
-De modo que me ha llamado estúpida.
-De modo que me ha llamado inútil.
-Yo soy su jefe.
-Y yo un empleado.
-Exacto. Y un jefe puede despedir a un empleado.
-No si el empleado cumple con su trabajo.
-Ah… bien. Así que un empleado puede insultar a su jefe cuando quiere…
-Solo si el jefe insulta a su empleado cuando le da la gana.
-¡Es que es usted un i-n-ú-t-i-l! No es un insulto. Es la realidad.
-Es exactamente lo que ocurre con mi definición.
-¿Qué definición? –Miriam se desconcierta.
-La de estúpida. No es un insulto. Es que usted lo es.
Miriam estalla. Lanza un grito y pega tal puñetazo en la mesa con su mano derecha que el reloj de pulsera le salta al suelo.
Luís, tranquilamente, lo recoge y lo deja sobre su mesa.
-No creo que sea usted jefe por mucho tiempo. Los nervios la traicionan.
Miriam suspira hondo. Recoge su reloj, lanza una mirada terrible hacia Luís y vuelve a su despacho.
-Esto no quedará así…-se va repitiendo en voz alta.
María es una chica dulce, rubia, de veinticinco años, que suele tener un par de novios formales al año, pero que no ha encontrado aún al hombre de su vida. Vive con sus padres y es leal aunque no excesivamente inteligente. Está fascinada por Luís desde que éste entró a trabajar en su Compañía de Seguros, hace ahora dos meses. Se ocupa del teléfono y de las relaciones con los inspectores. Prepara cursillos, pasa al ordenador cualquier cosa que Miriam le ordene y es, un poco, la chica para todo el departamento. Físicamente es atractiva y lo sabe. Tiene bastante éxito entre el personal masculino de la empresa.
Ricardo es el administrativo. Diecinueve años y cabeza loca, archiva y desarchiva con una velocidad inusitada, aunque muchas veces coloque los expediente en lugares equivocados. Cuando María está ocupada en algún trabajo especial, él se ocupa de echarle una mano en los trabajos cotidianos. Al contrario que su compañera, Ricardo no ha dejado los estudios y compagina el trabajo con la carrera de periodismo. Como es lógico, no piensa permanecer mucho tiempo en la compañía de seguros. Aunque María le ha vaticinado que se jubilará allí. Tiene novia y suelen ir a la discoteca, con su pandilla, las noches de los viernes y sábados.
Miriam Bandera es el jefe de sección. Su trabajo está muy ligado a los inspectores de todo el país, ya que ella es la responsable comercial de la compañía. Tras estudiar empresariales, contrajo matrimonio con un médico, pero al cabo de un año y medio se separaron. Acababa de cumplir treinta años y tiene una capacidad de trabajo impresionante. Es muy exigente con todos, empezando por ella misma y goza de un muy buen sueldo además de unas importantísimas comisiones sobre la producción de la compañía en todo el país. Si no fuera tan antipática y desagradable, sería una mujer muy atractiva. Morena, de 1’70 de estatura, piernas bien torneadas y un tipo de impacto. Pero su forma de ser con los demás hace que casi nadie se fije en eso.
Es considerada un ogro por sus subordinados y un tesoro por sus superiores.
Sobre la mesa de despacho de Miriam, una foto de un niño de cinco años, Alex, fruto del fallecido matrimonio de la chica.
Su vida social, al margen del trabajo, se limita a esporádicas visitas a sus padres con los que no se lleva muy bien y cuidar de su hijo o salir con una única amiga íntima de la infancia. Celia, de su misma edad, soltera, que es la única que aguanta el carácter mandón de Miriam. Con los hombres no suele tener muy buenas relaciones aunque ella presume de usarlos y tirarlos (única cosa que ha decidido que se puede hacer con ellos). Liga a menudo, pero sus relaciones no van más allá de una primera y única salida.
Luís Falagan, español, como sus compañeros, pero hijo de padre galés. Un joven de veintiocho años un poco de vuelta de todo pese a su edad. Atractivo, aunque no llama enseguida la atención. Parece usar gafas para poner una barrera entre la realidad y su mundo interior. Inteligente, moreno, 1’80 de estatura y complexión atlética, fruto de practicar algún deporte hasta hace poco tiempo. Aparentemente tranquilo, parece procurar serenidad a los que le rodean. Excepto a Miriam, a la que saca de quicio sin saber ella muy bien el por qué.
Soltero, pero con un secreto íntimo acerca de las mujeres. Muy eficiente en el trabajo. Hace todo bien y a gran velocidad, pero respeta al máximo los descansos y, a la hora de salir, jamás se queda “un rato más”, como Miriam les exige a los otros. Puntual.
Tanto María como Ricardo se preguntan qué hace Luís en la compañía. Parece tener suficientes estudios y conocimientos como para ocupar un puesto mejor o cambiar, para mejorar, a otra empresa. Pero Luís afirma estar contento así y, además, preferir ganar menos pero mantener una calidad de vida acorde con sus gustos.
Miriam, que ha interrogado a María, conoce esas ideas de Luís y le repelen. Le considera un don nadie, sin ambición ni capacidad para casi nada.
El timbre de la hora de salida se deja oír. Cuando Miriam está empezando a recoger su mesa levanta la vista y ve cómo Luís sale de la sección. La rabia sigue anidando en su interior.
¡¡¡ MAÑANA LUNES, SEGUNDO CAPÍTULO !!!