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Brigadas Internacionales de Paz (PBI), en colaboración con el Ayuntamiento de Torrelavega, presenta el documental “La Sangre de la Tierra”, que se podrá ver este próximo miércoles 25 de mayo en la Casa de la Cultura de Torrelavega a las 19:00 horas.
La proyección se organiza en el marco de un proyecto de Educación para el Desarrollo financiado por la Dirección General de Cooperación para el Desarrollo del Gobierno de Cantabria.
La concejala de Cooperación del Ayuntamiento de Torrelavega, Laura Romano Velarde, considera que estas actividades de visibilización “fortalecen la visión de ciudadanía global, fomentando una ciudadanía activa y comprometida con la solidaridad, justicia y equidad en el marco de la Agenda 2030.”
“La Sangre de la Tierra es una producción de Alba Films y la Fundación Luciérnaga, para PBI y Entrepueblos, que presenta las resistencias de tres territorios de la región mesoamericana (en México, Honduras y Guatemala) ante la construcción de centrales hidroeléctricas.
El documental ha formado parte de la sección oficial de 10 festivales nacionales e internacionales, obteniendo la mención especial en dos de ellos, el SiciliAmbiente Film Festival en Italia y el Festival de Cinema Indígena de Barcelona.
La meta del documental es desmentir la imagen de que las hidroeléctricas son únicamente productoras de energía limpia, poniendo la mirada en los efectos negativos que su construcción provoca sobre las comunidades (en su mayoría indígenas) y los territorios afectados. El documental quiere mostrar y llamar la atención sobre las repercusiones sociales, económicas y ambientales que tienen estos proyectos, sobre la falta de consulta previa, libre e informada a la que obliga el Convenio 169 de la OIT y sobre la inexistencia de supuestos “beneficios” para las comunidades, ya que la energía producida se destina a la exportación.
“En México, Honduras y Guatemala cada año son asesinadas entre 50 y 60 personas defensoras del medio ambiente por luchar contra el saqueo de las tierras ancestrales de sus comunidades.
Con la construcción de centrales hidroeléctricas, los ríos y el agua también se han convertido en objeto de despojo y han disparado la violencia y la criminalización.
En esta guerra no declarada, son muchos los ejemplos de resistencia que muestran como esa mal llamada energía limpia también se puede teñir de sangre”.