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Da comienzo el juicio por lesiones por imprudencia y omisión del deber de socorro.

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Mañana en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial (Salón de actos) da comienzo el juicio al acusado de atropellar a un joven y no prestarle socorro se le juzga por lesiones por imprudencia y omisión del deber de socorro

 

Según el escrito del ministerio fiscal, en septiembre de 2016 el acusado, de diecinueve años en el momento de los hechos, conducía un vehículo “a velocidad elevada” por el Sardinero, en Santander, cuando giró para tomar una calle por la que iban caminando dos chicos jóvenes de espaldas al sentido de la marcha y por la calzada.

“Al escuchar el ruido del motor del vehículo trataron de esquivarle”, uno de ellos se echó hacia la derecha y el otro a su izquierda. Este, al actuar de este modo “se situó aún más en el centro de la calzada”.

Explica el ministerio fiscal que el acusado trató de esquivarles y llevó el vehículo hacia la izquierda, a pesar de lo cual atropelló a uno de los jóvenes con la parte delantera del coche, “lanzándole hacia arriba”.

El escrito de calificación indica que el acusado no pudo evitar el atropello “tanto porque los peatones invadían la calzada de vehículos de espaldas a su sentido de la marcha, como porque no observó todas las normas de cuidado, ya que circulada a velocidad entre los 60 a 90 km/h, velocidad excesiva y por encima de la permitida en la vía”.

Seguidamente, el acusado “aminoró su marcha brevemente, miró por el retrovisor y, sin respetar los deberes cívicos mínimos de auxilio a la víctima, ni los de todo conductor, más teniendo en cuenta que él había causado el accidente, al circular a velocidad excesiva respecto de la permitida en la vía, huyó del lugar sin asegurarse de que el atropellado, malherido, estuviera siendo atendido”.

El joven atropellado tenía diecinueve años en ese momento y como consecuencia del accidente sufrió un traumatismo craneoencefálico grave y se encuentra en una situación de cuadro complejo de coma, con ausencia de respuesta frente a cualquier estímulo, con evidente daño cerebral.

Los hechos constituyen, según el ministerio público, un delito de lesiones por imprudencia menos grave y otro de omisión del deber de socorro, merecedores de una condena de 4.050 euros por el primero y dos años de prisión por el segundo.

La representación legal de los padres del joven atropellado actúa como acusación particular y considera que el acusado “pudo evitar el fatal resultado, pero de forma totalmente temeraria y despreciando cualquier norma de diligencia y cuidado, no efectuó ninguna de las medidas que dicha situación de riesgo exigía, puesto que no hizo maniobra correcta para modificar su trayectoria y tampoco frenó para así evitar el atropello, sino que, contrariamente, aceleró su vehículo”.

Sobre la no asistencia, señala la acusación particular que “además de huir de forma consciente y voluntaria del lugar de los hechos, posteriormente tampoco comunicó el accidente a la policía local ni tampoco facilitó su identidad a persona alguna reconociendo su implicación en el siniestro”.

Por todo ello, consideran los hechos un delito de lesiones por imprudencia grave y otro de omisión del deber de socorro agravado, por lo que piden una condena de tres años de prisión por el primero de ellos y dos años más por el segundo.

En su escrito informan de que han sido indemnizados por la aseguradora del vehículo en 2,8 millones de euros, así que no efectúan petición alguna en concepto de responsabilidad civil.

Por su parte, la defensa del acusado señala en su escrito que la zona tenía insuficiente iluminación, el pavimento estaba mojado por la lluvia y circulaba a una velocidad que “sin poder precisar, no podía ser superior o no podía exceder sensiblemente la permitida”.

Indica que “se encontró inesperadamente con dos peatones sin ninguna prenda reflectante, de espaldas a su vehículo en el propio carril de circulación” y que no pudo esquivar a la víctima.

Sobre la omisión del deber de socorro, explica la defensa que el joven frenó y, al comprobar que se encontraban más personas socorriendo a la persona atropellada, “se alejó del lugar por el temor que le produjo la situación, sin que fuera consciente del alcance de la gravedad de las lesiones ocasionadas a la víctima”.

Por ello, considera que no ha cometido delito alguno y solicita la absolución en el juicio.