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Usar un satélite o un dron para medir el avance de la deforestación o el comportamiento de la hidrosfera. Son algunas de las aplicaciones que desarrollan las herramientas de teledetección, una técnica novedosa que mide a vista de pájaro los cambios en zonas donde el ojo humano no puede llegar.
“La teledetección es una técnica que utiliza satélites, drones y detección en remoto para estudiar diferentes procesos que pasan en la hidrosfera, en la tierra, y en la atmósfera”, explica Gabriel Navarro, investigador del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (CSIC).
El científico dirige el curso Teledetección como herramienta global, parte de la programación de los Cursos de Verano de la Universidad Menéndez Pelayo, que ha explorado cómo esta tecnología puede ayudar a mitigar y comprender el cambio climático.
Navarro destaca que, gracias a la teledetección, una herramienta que empezó a desarrollarse a partir de los años 70 con los programas estadounidense de la NASA y el europeo Copernicus, se puede medir con gran precisión los cambios en la tierra. “Nos permite tener muchos datos de series históricas largas y podemos estudiar todos los procesos y las variables esenciales de cómo evoluciona el cambio climático”, señala.
Esto, unido al modelado numérico, modelos matemáticos realizados a partir de todas estas variables de datos que se han recogido de “forma sistemática” durante los últimos cuarenta años, los científicos son capaces de “hacer un diagnóstico de lo que está ocurriendo e incluso establecer modelos de predicción de lo que va a pasar”, asegura Navarro.
Además, Navarro destaca que “una de las grandezas” de esta técnica, es que no importa dónde ocurra el fenómeno ni los recursos de la zona en cuestión, ya que, al trabajar desde el aire o el espacio, se eliminan las barreras físicas. “Tienes una escala a nivel planetario, puedes ver el círculo polar todos los días”, asegura.
Inmensas aplicaciones
Navarro explica que además de para medir el cambio climático, la teledetección se ha desarrollado mucho durante los últimos años y cuenta con una infinidad de aplicaciones, algo que se ha visto favorecido por la democratización del uso de determinados dispositivos, como los drones.
Así, Navarro explica que la teledetección se aplica de forma constante para las emergencias en zonas en las que no se pueden hacer observaciones in situ, como en catástrofes naturales tales como vertidos marinos o incendios, en los que “la teledetección es la primera que lo ve gracias a la comparación de los datos térmicos”, añade.
Además, ayuda a mejorar los cultivos en zonas con “déficit de nutrientes y de riego” o a medir los cambios de la erosión. “Cada vez hay más algoritmos e investigaciones para optimizar todos estos procesos”.
El papel de la divulgación
Navarro destaca también la fuerza de la teledetección para concienciar a la población sobre los efectos del cambio climático, ya que al comparar dos imágenes con años de diferencia es posible ver el avance de la deforestación o la degradación de los suelos a simple vista.
“Te deja ver lo que está ocurriendo, para ver estos cambios, como por ejemplo las imágenes de los icebergs que se desprenden por el calentamiento global y son más grandes que Mallorca”, explica. “Si no hubiera teledetección no veríamos esos cambios porque no estamos ahí”, apunta el experto.
Por otro lado, el científico también rompe una vara a favor de la investigación en España, que, según asegura “a pesar de no contar con los medios de otros países”. “Se hace muy buena investigación, comparable a lo que se hace en otros países”, afirma el científico.
En este sentido, Navarro destaca el “esfuerzo” por parte del CSIC por “aunar a más de 20 institutos” de diferentes ramas y crear así una “masa crítica” de científicos que han liderado programas europeos en teledetección.